Villospår

By: nievescorrea | 29 Sep 2013

Empezó su transformación temprano, al amanecer.

Lo había planeado todo al detalle para que nada fracasase. Tardaría el día entero y no quería arriesgarse a tener problemas a causa del tiempo. Asió el primer pincel y lo alzó ante sí. Escuchaba los tambores que sonaban en la cinta, grabada por él, del radiocasete que estaba en el suelo. Contempló su cara en el espejo. Luego trazó las primeras líneas negras en la frente. Notó que tenía la mano firme, que no estaba nervioso, pese a que era la primera vez que se pintaba su camuflaje de guerrero. Lo que hasta ese momento había sido una huida, su manera de defenderse contra todas las injusticias a las que siempre había estado expuesto, se convertía ahora en realidad. Con cada línea que se pintaba en la cara perecía dejar atrás su vida anterior. Ya no había retorno posible. Precisamente esa noche el juego había acabado para siempre y se iría a una guerra en la que las personas debían morir de verdad.

La luz de la habitación era muy intensa. Había colocado los espejos con cuidado para evitar los reflejos. Al entrar en el cuarto y cerrar la puerta con llave, comprobó por última vez que no hubiese olvidado nada. Todo estaba en orden. Los pinceles bien lavados, las tacitas de porcelana con las pinturas, las toallas y el agua. Junto al torno estaban sus armas alineadas sobre una tela negra: las tres hachas, los cuchillos de diferentes medidas y los botes de aerosol. Pensó que era la única decisión que todavía no había tomado, y antes de que anocheciera tendría que escoger el arma. No podía llevárselas todas. Sin embargo, sabía que la decisión se le ocurriría sin más en cuanto empezase con la transformación.

 

 


Galería

 


Ficha técnica

Espacio e Identidad – Madrid, Septiembre 2013.
Fotografías Covadonga Pérez Herreras.

 

 

 

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